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¿Cómo elegir a un buen psicólogo?

Una de las dificultades más grandes a las que nos enfrentamos, después de asumir que necesitamos ayuda profesional, es la de elegir a un buen psicólogo.


A la hora de buscar un psicólogo es preciso tener una visión honesta y realista respecto de lo que verdaderamente queremos y necesitamos.



Por ejemplo, no tendría mucho sentido buscar al mejor psicólogo al mejor precio, como tampoco tendría sentido buscar al mejor abogado, al coste más bajo. Hemos de diferenciar lo que desearíamos, de lo que parece una opción plausible.


Tenemos que priorizar la razón por la que vamos a elegir al profesional, sea esta, por resultar la opción más económica, o la opción de mayor calidad.


Una de las dificultades añadidas, radica en el hecho de que, en el mercado actual, ha proliferado la presencia de los llamados coachs, facilitadores, terapeutas… Todos con una característica común, ser productos muy efectistas y comerciales pero poco cualificados. No contar con las titulaciones, formaciones, ni experiencias de un especialista de la salud mental.

Esto es, no son psiquiatras ni son psicólogos y muy habitualmente, se encuentran cruzando la peligrosa línea que mezcla la salud mental con aspectos mágicos y asuntos de fe. Esto no es un algo superficial, si no que representa una seria amenaza, no solamente para los profesionales de la psicología si no, obre todo, para clientes, que, comprensiblemente, al carecer de suficiente información, se dejan seducir por fórmulas alejadas de la ciencia y lo ético.


Un símil accesible, sería, conferir su salud a un “coach” cardiólogo, en lugar de acudir a un medico especialista en cardiología ¡Un peligroso disparate!


Por otro lado, volviendo a la honestidad, y a la expectativa del cliente, aunque el mercado tiene la propensión a ajustarse, tratando de sacar partido de la demanda y, nuestra sociedad, demanda, cada vez soluciones más veloces y superficiales: las terapias breves, carecen de sentido epistemológico, como solución a la mayoría de los problemas psicológicos y emocionales. Que muy contrariamente, suelen requerir de un diagnóstico y programa terapéutico no solamente profundo si no, expresamente,  integral.


Volviendo a la pregunta de cómo elegir un buen psicólogo, recomiendo que antes de ponernos en manos de un profesional, hayamos sido capaces de comprender de un modo adaptado en qué consiste una terapia psicológica y el propio funcionamiento de la mente.


Así mismo, y aunque cada vez con más frecuencia, asumimos gran parte de nuestra toma de decisiones desde lo intuitivo, no recomiendo, que, a la hora de buscar un profesional de la salud física o psicológica, nos dejemos llevar por la guía de la llamada intuición.


Es realmente difícil, saber desde dónde estamos tomando decisiones cuando creemos hacerlo desde la intuición.


Esto es, la intuición comúnmente se entremezcla con nuestros propios miedos, y proyecciones, con creencias irracionales, en definitiva, con la parte más enferma de nosotros, que es, en última instancia, por la cual, acudimos a terapia.

De modo, que el riesgo de elegir desde la “intuición” es terminar decantándonos por la ayuda de quien nos genere más simpatía o menor temor por ser descubiertos. Si elegimos desde nuestra parte menos sana, muy probablemente, la opción seleccionada, será también la menos óptima para nuestra salud.


Por último, y volviendo sobre el asunto de la oferta/demanda, cada vez es más común, un mercado donde el aumento de los profesionales de la psicología se centra en la especialidad y la orientación. A priori, puede parecer una buena opción elegir, por ejemplo, un profesional en trastornos de la ansiedad, o elegir a un profesional porque simpatizamos con su orientación. Pero, nuevamente nos encontramos con el problema, por un lado, de elegir desde la cuestionable intuición, y de algo aún más importante y, es, que nosotros como seres humanos, no somos parcelas, no somos meros apartados estancos.


Un buen paralelismo, para comprender esto, sería el hecho de que un mecánico por muy experto que sea en motores puede no ser tan bueno y efectivo, en el conocimiento más profundo y extenso de la mecánica. Y, a la hora de conectar esa parcela del problema con el funcionamiento global, tendrá fallas. O, dicho de otro modo, el psicólogo mejor será, no solo aquel, que logre destacar en una especialidad, si no, el que de verdad comprenda de modo integral como influye cada uno de los aspectos y síntomas psicológicos en otros síntomas y características del paciente, para ofrecer el resultado más completo y exitoso.



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