Al pensar en adicciones, casi automáticamente nos vienen a la mente, sustancias adictivas: tabaco, alcohol, cannabis, cocaína, etc. Y, esto sucede, en gran medida, porque hasta no hace mucho tiempo, se tenía una visión muy reducida en psicoterapia de las adiciones, y todo parecía reducirse al mundo de la drogodependencia. Siendo está, por tanto, aún en la actualidad, la parte de las adicciones mas reconocida y reconocible, pero, solamente, es una porción.
¿Y qué es una adicción?
La palabra adicto vienen del latín “addictus” que significa “adjudicado”. El origen nos remonta a La Antigua Roma, cuando tras las guerras, los romanos hacia subasta de quienes, «habiéndolo perdido todo», quedaban reducidos a condición de esclavos, es decir, al servicio absoluto, de aquellos a quienes, desde ese momento, pertenecían como “addictus”.
Comprender el origen de la palabra, nos ayuda a comprender el estado psíquico, emocional y conductual, en el que progresivamente se sumerge el adicto de nuestros días. Alguien que, en la progresión de su trastorno, lo pierde todo, quedando su vida reducida, a la esclavitud de aquello de lo que depende.
Pero nuestras sociedades cambian, nuestras necesidades cambian, y nuestras carencias y circunstancias también lo hacen y con ello, el repertorio de adicciones se amplía y varia, surgen adicciones que ocupan un nuevo protagonismo en nuestra sociedad.
Hoy, sabemos, que se puede ser adicto a una sustancia, a una conducta, a un sentimiento, a una persona, al sexo, a un estado como el enamoramiento, a la búsqueda de sensaciones, a los deportes, al juego, al trabajo, al móvil, a internet…Incluso a la tristeza.
Entre otros aspectos, el adicto cumplirá los siguientes criterios:
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Un fuerte deseo o necesidad de aquello de lo que se depende.
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Dificultades para controlar las cogniciones, emociones y conductas.
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Síndrome de abstinencia o craving.
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Tolerancia o habituación.
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Abandono progresivo de intereses ajenos a la adicción, inversión de tiempo, cada vez mayor en asuntos relacionados con la adicción.
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Persistencia hacia la dependencia, a pesar de percibir el daño que nos causa.
Hemos de alejarnos de la idea de «que existen adicciones mejores que otras». La adicción, cualquiera que sea, limitará progresivamente nuestra calidad de vida y generará daños, que a veces, solo tras la superación de la adicción, podemos cuantificar de manera real.
Es función del experto en adicciones, comprender, cuando nos encontramos ante el caso de una adicción, y desde mi punto de vista, siempre hallaremos, la mejor solución, en un enfoque centrado en la persona, de manera integral.