La idea de compartir no ha de surgir de la idea de que nos completen, uno ha de partir de la completud de un yo integrado, para dar lugar a un nosotros saludable. Una de las mayores dificultades a las que se enfrenta el ser humano, es el complejo entramado que representan las #relaciones.
A priori, parece de sentido común, que uno se relaciona para mejorar, para ganar en estabilidad, para evolucionar y sentirse apoyado, para que la asociación sea fructífera para ambos y no en detrimento del otro. Pero no siempre la asociación romántica tiene estas características saludables.
Podríamos decir, a modo de síntesis, que las relaciones tóxicas surgen de dos individualidades insuficientemente sanas y evolucionadas para dar lugar a un vínculo de calidad y ganancia mutua. Algo, en cada uno de los miembros, por exceso o por carencia, torna la relación hacia el desequilibrio y la descompensación. Son, estás, relaciones más caracterizadas por luchas y juegos de poder, que por la vinculación empática: algo les destruye, pero también, al mismo tiempo, les amarra.
Son relaciones, que se sostienen por un fuerte anhelo de aquello que se desea o que se llegó a esperar en algún momento. A pesar, de que, en el presente, todo apunte a la improbabilidad de tal cosa y no se guarde un sentido de coherencia con lo que está sucediendo en verdad.
Es importante remarcar que ambos están siendo tóxicos, porque aunque en el inicio, uno de ellos tenga características más sanas, existe un momento, en que la evidencia de la relación es, más que lesiva, enloquecedora. A pesar de lo cual, se siente la incapacidad de escapar, lo que da paso al mantenimiento del vinculo, a costa del deterioro de la salud propia y del self.
Es, este, otro rasgo que caracteriza a las relaciones toxicas, dónde más que hablar de triunfo del #amor, tendríamos que hacerlo de la fuerza de un vínculo adictivo.
La relación tóxica, es una relación donde existen momentos de destrucción y desequilibrio que llevan a tocar fondo, puesto que las emociones y sentimientos negativos, toman una intensidad casi insoportable, pero a estos, suceden momentos de una intensidad emocional igual de descontrolada en términos positivos, lo que sumerge a los individuos en un trance casi hipnótico.
Es esta dinámica, la que convierte a este tipo de relaciones en tan adictivas, pues ambos quedan presos de un refuerzo intermitente continuado, que no solamente drena, en los momentos más oscuros, si no que les hace cada vez más adictos a los momentos de éxtasis y a los niveles de adrenalina que la relación dispensa.
Que ambos sean tóxicos, no quiere decir que ambos sufran igual, pero si, que ambos, en algún sentido lo hacen y también, que los dos contribuyen al sostenimiento de una relación, donde las dinámicas, además de deteriorar el vínculo, destruyen a cada uno de ellos.
Por último, se puede destacar, que las relaciones tóxicas acostumbran al individuo a una intensidad que a la larga, no solo dificulta o impide la ruptura, si no que favorece la recaída, cuando la relación está rota, pues uno queda adicto a unos parámetro que difícilmente se pueden encontrar en un vínculo mas sano.
Salir de una relación de estas características es la única vía de recuperación personal, para lo que frecuentemente precisaremos ayuda de un psicólogo experto, pues, a la dificultad que implica poner fin, habrá que suman los daños y la erosión psicológica y emocional sufrida.
תגובות