En nuestra actualidad, como resultado de múltiples factores, entre los que cabe destacar la #globalización y la sociedad interconectada, nos hallamos frente a un problema mayor, si cabe, que la falta de información, la incapacidad para encontrar fuentes fiables y fidedignas.
Se puede separar el grano de la paja, pero ¿como se separa el agua de la harina? El mundo del meme, la replica, el viral y la repetición, ofrecen un panorama preocupante para cualquiera que crea en el rigor informativo, o en el respeto de las fuentes, o la legitimidad del conocimiento.
A menudo, me encuentro parafraseando la consabida cita de Chesterton «Lo malo de que los hombres hayan dejado de creer en Dios, no es que ya no crean en nada, si no que están dispuestos a creer en todo» No creo sorprender a nadie, si afirmo que la democratización de la información no nos ha vuelto más inteligentes.
¿En qué estamos creyendo cuando hablamos de #psicología? ¿Acaso, no nos hemos vuelto, progresivamente, más tontos e irresponsables?
Cabe observar, la pereza lectora, la cada vez más frecuente reducción de todo saber intrincado a explicaciones simplistas y, no obstante, ridículas, tomadas muy a pecho.
El triunfo del estereotipo, la inundación de diletantes de la psicología, canales de internet que abordan aspectos complejos y dignos de estudios formales y metodologías científicas, convertidas en impúdicas exhibiciones de lo íntimo y lo personal. Saltos necios desde el dogma, al formalismo del conocimiento abstracto y las conclusiones empíricas.
Somos los hijos de la libertad, pero unos hijos, a los que al fin, nadie tuvo tiempo de enseñarnos qué demonios era, en serio, eso de la libertad.
El respeto con que una sociedad vela por su sabiduría explica sobre el compost mental de sus ciudadanos y su capacidad para enfrentar imprevistos y problemas, como ha quedado claro.
Hemos mezclado la #psicología con la magia, la magia con la ciencia y la ciencia con los productos de belleza y la higiene intima. Nos hemos engreído en el desprecio al conocimiento, por cuanto requiere de sacrifico y de espera. Y nos hemos engrupido en la estulticia desvergonzada del éxito sin motivo, de la ganancia sin esfuerzo y sobre todo, del éxito sin prejuicios.
El conocimiento en internet ha quedado tan socavado por el mercado que hablar de psicología se ha convertido para aquellos que sentimos respeto por nuestra profesión, en una tarea tan desmoralizante como infértil.
«Hablamos peor que nunca, pensamos como hablamos.» La libertad no nos ha embellecido tanto, a ojos vista, quizá porque la libertad es de una materia frágil que hemos manejado como depredadores con zarpas.
¿Y cómo repercute esto en la psicología y la salud mental? La psicología nos enseña ante todo a cómo pensar, la autentica psicología reestructura formas de pensamiento distorsionadas que se relacionan con el malestar emocional y los problemas psicológicos. O dicho de otro modo, si no pienso o no lo hago en términos adaptativos, no puedo estar sano.
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