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De cómo una sociedad narcisista transforma el arte de amar, en el arte de vencer y vender

Actualizado: 29 abr


Asisto con contemplación y estupor a nuestra época. Una época fornida en la soberbia, egomaníaca que mira pero no ve, que habla pero no comunica, que se calla pero no escucha, que plagia pero no crea, que se piensa tolerante, pero no respeta, que exhibe pero solamente para ocultar. Que habla de amor pero se miente, porque no sabe amar, ni tan siquiera puede decirse, que sepa auténticamente lo qué es el amor, ni mucho menos, sacrificarse.


Cualquiera da por cierto, que al rebufo de nuestros avances tecnológicos y de Inteligencia Artificial -jamás validaré este concepto- le siguen humanos progresados, casi sublimes. Porque se les espera en coherencia a la complejidad de sus productos. Tan ilusa es esta creencia como condescendiente. Fácil de refutar por cualquiera que se encuentre más interesado en el análisis humano que en el de las máquinas. Porque de hecho en lo humano, nos desintegramos.



sociedad narcisista, sociedad infantilizada, el narcisista no ama, relaciones sin amor.
sociedad narcisista, sociedad infantilizada, el narcisista no ama, relaciones sin amor.

 

Sí somos más complejizados, no quiere decir que seamos mejores.


A propósito de esto, nuestra época me trae a la mente, con frecuencia, el enunciado de Donna Haraway en su Manuscrito Cíborg "Las Maquinas despiertan, los humanos dormimos". Nos perdemos diría yo. A medida que las maquinas dominan, nosotros nos subyugamos a ellas y en lugar de reparar sobre el incalculable valor de lo que estas nos extirpan, como inagotables entusiastas, esto es: como idiotas, celebramos cada éxito sin hacer cómputo de lo perdido.


Uno de los menoscabos más flagrantes está teniendo lugar en el área de la psicología individual y de las relaciones con los otros. Somos seres humanos forjados para la insatisfatisfacción crónica. Gracias a estas "maquinitas" nos entrenamos en buscar el amor sin amor, es decir: euforia y placer y a indignarnos ante las emociones más negativas. A no soportar el esfuerzo en los vículos, ni el rechazo, ni mucho menos el aburrimiento.


Podría decirse que el amor conlleva requerimientos personales a los que los seres del hoy casi no pueden hacer frente.


Cada tip y consejo de psicología que usted busque y encontrará en las Redes Sociales no tiene el más mínimo fin terapéutico, ni capacidad de mejorarle, si no, créame, todo lo contrario. Lo que cumplen es el objetivo ex profeso para el que están diseñándose: corromperle, volverle cada día alguien más tonto y narcisista, a fin de que se afilie a tal o cual producto y lo consuma.


Como experta en Psicología de la Personalidad puedo asegurar que todo capitalismo salvaje e informático, se sirve de saber, que hoy más que nunca, incomodar (aunque suceda mediante la verdad) es perder un cliente. Muchos, millones. Y que la mentira es la mayor fuente de ingresos.


-No se crea tan libre-. Porque el coach, el predicador digital o psicólogo que hace mach con usted aprovechándose de las Redes, es un publicista y un empresario, no un psicólogo. Incluso si es que se formó en psicología, no actua desde dicha posición. Está interesado en administrar la empresa que es, este río tan revuelto, y en explotar las ventajas de cuántas oportunidades surjan, lejos de toda ética y compromiso humano, en la crisis humana actual. No tiene la más mínima cohesión con comprender y gestionar el impacto de estas prácticas en nuestra psique y responsabilizarse del grave momento humano por el que estamos atravesando.


Está ahí para engancharle aún más en la degradante función de fornir su ego y envilecerle, porque es lo que a usted, probablemente le haga sentir ¿feliz?. Y, usted, reconózcalo, cada día, accede.


No es por nada, que todas las frases y consejos que usted encontruentra en internet sobre amor, relaciones, rupturas, ansiedad y dificultades psicológicas, tienen siempre la palabra adecuada en el momento oportuno. La cualidad de magnificarle, de omitir su culpa, de hacerle creer que el que pierde es el otro, que es usted merecedor de todo porque tiene magia y hasta pueden hacer creer capaz de diagnosticar a su pareja y a quien usted desee.


Mientras el único del que puede hacerse responsable para mejorar y sanar, que es usted mismo, queda a salvo de cualquier desagrado en un limbo de grandiosidad delirante. Y es así como usted se echa a perder y cómo del amor solamente se pretende, salir victoriosos. Sin aprendizaje, sin dolor y sin miseria.


Vencer como cobardes, triunfar como brutos.



Si me admites un consejo: Internet no va a curarte de nada, ni va a enseñarte a amar, ni a hacer tu mejor versión, ni a amarte y respetarte. No seamos ingenuos, Internet es una trampa de ingenieria social.

 
 
 

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