Tras, casi ocho meses, en los que nuestro modo de vida se ha visto obligado a cambios muy graves como consecuencia del #Covid, hemos de hacer un balance que nos permita adaptarnos lo mejor posible a lo que es y lo que será.
Considero que nuestra respuesta al primer impacto del #Coronavirus en España, se produjo, fundamentalmente, como resistencia cognitiva y emocional a lo que sucedía. En casi cualquier medio se hablaba continuamente de “regresar a la normalidad” y ese plazo se estimaba con demasiado optimismo y una incomprensible confianza, en unos meses.
Es posible que hallamos transitado, sin darnos cuenta, de la resistencia cognitiva a la rendición emocional. O, a una costumbre, también peligrosa, dado el objeto de nuestra habituación.
Acostumbrarnos a no abrazarnos, a no besarnos, a no poder rozar o palpar con tranquilidad las superficies, a no tener un ocio basado en tiempos de socialización y espacios exteriores, acostumbrarnos a respirar con miedo, a sustituir la libertad sexual por la supervivencia, a cohibir la espontaneidad de los niños, a no poder bailar con otros, a construir burbujas seguras y controladas y ver al otro con un cierto sesgo paranoide, es una costumbre que puede dejarnos gravísimas huellas.
Mirando como sobrevivimos, como continuamos nuestra vida, como hacemos y dejamos de hacer y sobre todo, escuchando nuestros discursos, vuelvo a la idea, de que, mayoritariamente, hemos pasado de la negación a la costumbre, sin la aceptación que nos capacitaría para abordar la situación de una manera más sana para todos.
Aceptar, implica un análisis de fondo complicado, cuando una sociedad está desentrenada en extraer conclusiones responsables. Cuando vive acostumbrada a la reacción como modo esencial para gestionar los incidentes. O más centrada en el "yo" que en el "nosotros".
Por eso, creo que es hora, de hablar, ya sin miedo, de lo que está pasando, y de lo que es previsible que sucederá con nosotros a nivel psicológico y emocional.Para de ese modo, poder al menos, minimizar las consecuencias o desarrollar competencias importantes para ello, si es que no contamos con ellas.
Los #psicólogos sabemos que hay algunas cosas seguras: las personas con psicopatologías previas habrán visto agravados sus problemas bajo estas condiciones. Otras muchas, desarrollarán trastornos como consecuencia de las condiciones de vida impuestas por la crisis sanitaria, social y económica y el estrés vivido. Así mismo, muchas tendencias relacionales previas a la crisis, que ya mostraban indicios desadaptativos, van a dispararse. Pensar en la crisis del Covid, es también, pensar en que será de nuestra salud psicológica cuando esto haya pasado.
Me preocupa descubrir en consulta el aumento de trastornos de ansiedad, la angustia y la depresión, los problemas de insomnio. Pero también, otros aspectos, como el impacto que esta crisis supone en las personas con problemas de adicciones y consumo de sustancias y el incremento de las mismas en quien no sufría previamente este tipo de patologías. La mella de la soledad para aquellas personas que no disponen de burbuja familiar donde refugiarse y quedan expuestas a una desprotección incalculable. Me preocupa, enormemente, el tiempo que niños y adolescentes están inmersos en internet. La alarma que entrañaba este abuso previo a la crisis, es hoy inasumible. Me preocupan los mensajes que los niños van inoculando a través de las narraciones los adultos hacen de esta crisis.
Creo que necesitamos recordarnos nuestros límites: como seres humanos y animales, para no olvidarnos que algunas de las cosas que estamos perdiendo de vista son necesidades básicas para nuestra salud psicológica y sano desarrollo emocional.Para nuestra estabilidad.
Es, necesariamente, hora de transformar la esperanza de regresar a la vida que llamábamos “normalidad", en una responsabilidad por hacer parte en lo que nos implica, si no, queremos quedarnos varados en una espera sin esperanza, puesto que esta crisis nos esta transformando, solo podemos esperar que la transformación resulte lo más positiva, o lo menos enfermiza posible.
Así mismo, es hora de renunciar a llamar “normalidad” a aquello a lo que, simplemente, nos habituamos, a fuerza de costumbre, dado que entonces, perderemos también, nuestros parámetros y referentes de lo que es sano.
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